A la libertad vuelo
rozando el vulnerable cielo,
recordando un sentimiento olvidado,
ignorando todo lo que me ha atado.
Pues las plumas de mis alas
son las lágrimas derramadas
por esta cadena invisible
que me hace tan sensible.
Por favor, déjame volar
y evita que el viento me pueda llevar
porque puedo elevarte al cielo
o hacerte caer más allá del suelo.
No soy ángel ni demonio,
ni siquiera conozco el verdadero odio.
por eso, mi amor, te pido
que no me hieras con la flecha de Cupido.
(Laura Gamonal)
viernes, 10 de junio de 2016
ALGÚN DÍA
Abro y
cierro mis alas
pensando que
ya no queda nada,
pero mi
madre siempre decía
que tienes
que tener algo de esperanza…
Me he caído,
ya no estoy
en el cielo,
ya no surco
el mar de las nubes
ahora toco
suelo,
Mis alas ya
no son blancas,
son negras,
oscuras,
pero entre
esos dos colores puede haber
un gris que
indica e bien y el mal compaginado.
Tarde o
temprano,
yo sé que
volveré
y a tu lado
volaré.
(Karla
Llamosas)
miércoles, 8 de junio de 2016
ALAS
Soy tímida,
intento
volar,
despliego
mis alas
para poder
soñar.
Intento
pintar
mis alas
para volar
y sentir mi
cabello
sin miedo de
flotar.
Intento ser
hoja
movida por
el viento,
sueño con
poder volar,
estar a tu
lado
sin
importarme nada más.
Cierro los
ojos,
enseño mis
alas,
me tapo la
cara
y muestro
las
cicatrices
de mis balas.
Aquellas
balas
que clavaste
en mi corazón
pero yo
espero
que por fin
salga el sol.
(Malena
Calleja)
sábado, 21 de mayo de 2016
LA FE GATUNA
La vida de algunos gatos es bastante difícil. Hay veces que te maltratan y otras que te abandonan. Yo estoy experimentando el abandono, tan solo con dos meses. No sé qué hice, yo sólo era un lindo gatito travieso que jugaba con inocencia. Ahora vago por las calles en busca de mi madre, que no responde a ninguna de mis llamadas, lo peor es que estoy solo y sin casi esperanza.
Antes de todo esto me subieron a un vehículo y mientras éste estaba en marcha abrieron la ventanilla, me cogieron por la nuca y me lanzaron al asfalto. Cuando vieron que seguía vivo intentaron atropellarme, yo me percaté de ello y escapé con todas las fuerzas que me quedaban.
Dicen que los gatos tenemos siete vidas, creo que a mí ya no me quedan o incluso que ya no tengo, pasando por el hambre, los perros, los coches... Como ya he dicho sólo me queda tener fe, espero que mi mamá venga a por mí.
(Ángela Camiñas)
Antes de todo esto me subieron a un vehículo y mientras éste estaba en marcha abrieron la ventanilla, me cogieron por la nuca y me lanzaron al asfalto. Cuando vieron que seguía vivo intentaron atropellarme, yo me percaté de ello y escapé con todas las fuerzas que me quedaban.
Dicen que los gatos tenemos siete vidas, creo que a mí ya no me quedan o incluso que ya no tengo, pasando por el hambre, los perros, los coches... Como ya he dicho sólo me queda tener fe, espero que mi mamá venga a por mí.
(Ángela Camiñas)
viernes, 20 de mayo de 2016
UNIDOS HASTA LA MUERTE
Era maravilloso, era amor,
eras todo mi corazón.
Éramos el frío y el calor,
el que me daba tu colchón.
Eras mi mundo y yo el tuyo,
hasta que algo nos separó.
Yo no quería pero sucedió,
la muerte nos esperaba
en la esquina del callejón.
Nos clavó un cuchillo, nos mató,
derramando tu sangre en mi corazón.
No quise, pero sucedió,
no podía verte pero acudió.
Acudió mi corazón a tu corazón,
mis manos a tu cuerpo y las tuyas al mío
y pienso... Ni la muerte logró separarnos
entonces podré yo.
(Malena Calleja Buyo)
eras todo mi corazón.
Éramos el frío y el calor,
el que me daba tu colchón.
Eras mi mundo y yo el tuyo,
hasta que algo nos separó.
Yo no quería pero sucedió,
la muerte nos esperaba
en la esquina del callejón.
Nos clavó un cuchillo, nos mató,
derramando tu sangre en mi corazón.
No quise, pero sucedió,
no podía verte pero acudió.
Acudió mi corazón a tu corazón,
mis manos a tu cuerpo y las tuyas al mío
y pienso... Ni la muerte logró separarnos
entonces podré yo.
(Malena Calleja Buyo)
COMO PATO...
Como pato que enseña a nadar a sus crías
tú me enseñaste a luchar por lo que quería.
Como pájaro que cae en su primer vuelo,
tú me ayudaste a levantarme del suelo.
Soy como paloma en una jaula,
y tú, ¿tú? mi ángel de la guarda.
Me diste tus alas,
a pesar de que las necesitabas.
Como pato nadamos en un lago
hacia nuestro futuro soñado.
(Laura Gamonal)
tú me enseñaste a luchar por lo que quería.
Como pájaro que cae en su primer vuelo,
tú me ayudaste a levantarme del suelo.
Soy como paloma en una jaula,
y tú, ¿tú? mi ángel de la guarda.
Me diste tus alas,
a pesar de que las necesitabas.
Como pato nadamos en un lago
hacia nuestro futuro soñado.
(Laura Gamonal)
ESPEJO
Levanto mi mano derecha. Él levanta su mano derecha. La bajo y la baja. Elevo la rodilla izquierda y él lo repite. Llevo la mano a mi cinturón, a la vez que bajo la rodilla y él lo mismo. Cogemos las pistolas y las enfrentamos. Yo espero a la vez que él lo hace también.
Disparamos y yo caigo muerto. Él no.
Disparamos y yo caigo muerto. Él no.
(Javier del Canto Hidalgo)
Cuadro: "Lavabo y espejo", de Antonio López
sábado, 27 de febrero de 2016
EL CEMENTERIO DE CANDLE VALLEY, de Ainhoa Menéndez Señoráns
Martes,
25-noviembre-2010, Candle Valley
Sarah
salió de casa. Era la hora de la cena y, como todos los días desde el triste 21, se
dirigió al cementerio. Se acercó a la tumba de su
hermano y estuvo unos minutos llorando en silencio. Al acabar, volvió a casa.
Su prima la
esperaba con la comida. Dafne era 5 años mayor que Sarah, así que era ella la
que se encargaba de las labores de la casa mientras Sarah iba al instituto.
¿Por qué? La madre de Sarah había muerto a los dos días de dar a luz a su
hermano y el padre abandonó a los pequeños culpándolos de la muerte de su
esposa. Así fueron a parar a manos de los dos únicos familiares que les quedaban:
su tío Henry y su prima Dafne. Henry se había ahogado en una expedición por
barco, y el hermano de Sarah, Paul, había muerto en un accidente, el 21 de
noviembre.
Poca gente se
quedaba a vivir en Candle Valley, era un lugar alejado. Sin embargo, Sarah y
Dafne se habían acostumbrado a la soledad. En el instituto, nadie se atrevía a
acercarse a Sarah porque decían que no traía más que mala suerte, y Dafne vivía
todo el día en casa, limpiando, cocinando y cosiendo. Cosía para luego vender
las prendas y así ganar el dinero suficiente para conseguir la comida y pagar
la educación de Sarah.
Todas las
mañanas, Sarah se levantaba, desayunaba un trozo de pan y agua e iba al
colegio. Allí atendía al profesor y aguantaba la soledad. Al terminar volvía a
casa, comía, hacía los deberes y estudiaba hasta la hora de la cena, con la
esperanza de poder conseguirse un buen trabajo y salir de la pobreza. Después
iba al cementerio y volvía a casa a cenar. Y así era todos los días.
Miércoles, 26-noviembre-2010, Candle Valley
Hoy
es un día diferente. Es la fiesta local y no hay colegio. Todo el pueblo está
fuera, pero Dafne y Sarah se quedan en casa. Un chico de 14 años, la edad de
Sarah, pasa por delante de su casa y se queda mirándola. Le parece raro que
haya luces encendidas en una casa, un día como ése, pero Steve decide
ignorarlo. Se disponía a continuar cuando vio a Sarah. Mucho más le extrañó que
una adolescente no saliera a celebrar el día del pueblo, el día de la vela1. Duda por un instante, pero prueba a tocar al timbre para
hacerse su amigo.
Miércoles, 3-diciembre-2010, Candle Valley
Hace solamente
una semana que Steve y Sarah se conocieron, pero ya han hablado de todo:
rutinas, amigos, gustos, familia… Esto último les llevó a visitar el
cementerio. Allí Sarah lloró por su hermano, mientras Steve la consolaba como
podía.
Se cerraron las
puertas.
Empezaron los
gritos.
Jueves, 4-diciembre-2010,
Mirror City
(N.A. Candle en inglés significa vela)
(Ainhoa Menéndez Señoráns)
LA FLECHA, de Omar Pereira
Todos somos una flecha lanzada
por un arco. Salimos con gran potencia pero siempre acabamos clavados en el
suelo. Pero esto no es por alguna ley gravitatoria o algo así, es porque los seres
humanos siempre seguimos ese patrón: niñez, pubertad, edad adulta y por último
la vejez. Pensándolo bien es como el recorrido de la flecha. Es nuestro deber
hacer que nuestra flecha no caiga al suelo y sí a esos que pretenden
arrebatarnos lo sueños. Podemos definir sueño como algo imposible de conseguir.
Cuando alguien te dice quiero ser futbolista, astronauta o rey, en vez de
reírnos deberíamos animarles a ello porque aunque sea ridículo ellos lo único
que quieren es que su flecha siga volando buscando el horizonte.
(Omar Pereira)
domingo, 21 de febrero de 2016
HAIKU, de Ainhoa Menéndez Señoráns
La savia va
brotando.
Árbol de
vida.
(Ainhoa Menéndez)
Flores
moradas
en una gran
pradera.
Se escucha el
agua.
(Ainhoa Menéndez)
sábado, 13 de febrero de 2016
"LA FOTO", de Ainhoa Menéndez
“¿Notasteis algo raro aparte de la foto?”
Empecé a hartarme
de esa pregunta desde que mi hermano de 11 años llevó al colegio las fotos de
Texas. Cómo no, a Sam no se le ocurrió dejar la de la figura en casa. Desde
entonces todos los compañeros nos acribillaban a preguntas. A él no le
importaba contestarlas, pero tenía sólo 3 el año de la mudanza. Yo tenía 6, y
la recordaba muy bien. También la discusión. La tía no quería quedarse en el
país, y mi madre opinaba que con salir de Texas era bastante. Mi padre estaba
de acuerdo con su hermana, pero Samuel no quería salir de E.E.U.U. Apenas sabía
hablar inglés, no iba a ser capaz de aprender otro idioma.
Al final ganaron
papá y Cristina. Elegimos Inglaterra, pero por problemas económicos acabamos en
España. Ocho años más tarde, Sam llevó la foto. Una de las peores preguntas fue
quién era el que estaba en el regazo de la tía Cristina. Se nos llenaron los
ojos de lágrimas a medida que la mente se nos llenaba de recuerdos. A
diferencia de los de mi hermano, los míos podrían aterrorizar a cualquiera.
Apenas recuerdo a
Bill. Era apenas un niño, un bebé de 2 añitos. Jugaba con Samuel a los coches,
y conmigo aprendía nuevas palabras. Era un niño muy avanzado para su edad. Le
gustaba mucho lo nuevo, se sentía mal si no lo sabía todo sobre algo. Mi primo
era igual que Sam. No merecía lo que le pasó.
Cada vez que lo
recuerdo siento que soy un monstruo, que merezco morir, que soy peligrosa.
No se lo he
contado a nadie. No es fácil de contar. Tengo miedo, miedo de lo que puedan
hacerme, miedo de lo que yo pueda hacerles, miedo de lo que él vaya a hacerles
por hacerme daño.
Me preguntarían
por qué lo hice. No sabía las consecuencias, ni siquiera qué era lo que estaba
haciendo. Ahora me odio por haber hecho ese pacto. Sam o Bill se habrían
asegurado de qué era un pacto. Pero yo me dejé persuadir. Sólo sabía que él iba
a hacer que el tío volviese. Me había advertido, habría un precio. Yo en
aquellos momentos pensé que se refería a que tendríamos que darle dinero, pero
como el tío era rico podríamos darle el dinero que quisiese. Me dijo que haría
una señal, que atendiese a cualquier cosa extraña.
Unos días más
tarde el tío había despertado de la muerte cerebral que le habían diagnosticado.
Yo iba a contar que le había despertado gracias a mi amiguito, pero él me había
dicho que no dijese nada. Me callé mientras todos celebraban que había
despertado.
Después nos
mudamos a Texas. Ahí vi la señal que estaba esperando, la silueta de mi amigo
en una foto. Subí a la azotea, el lugar en el que habíamos hablado la otra vez.
Allí estaba. Le pregunté qué quería, y él me dijo que ya se las arreglaba solo.
Nunca imaginé que la ley del Talión funcionase así.
Dos días más
tarde, ya en Europa, Bill y los tíos tuvieron un accidente. John sobrevivió con
varios moratones, Cristina se dio un golpe fuerte en la cabeza y Bill… Bill
murió… Al escuchar la voz del espíritu supe que lo había hecho él. Sólo dijo
una frase:
“No
lo he cobrado todo.”
(Ainhoa Menéndez)
MICRORRELATOS. "PUENTES HECHOS DE DIÁLOGO", de Alba del Castillo
Conozco a alguien, su vida era un desastre, solo, abandonado. Llegué, lo acogí, yo también vivía solo, de manera que dos vidas fueron completas.
Ahora mi perro y yo no nos separamos.
Ahora mi perro y yo no nos separamos.
(Alba del Castillo García)
MICRORRELATOS. "LA PAREJA DEL OTOÑO", de Alba del Castillo
Ya era la hora, el momento llegó ¡socorro! Sólo puedo pensar esa palabra, me mira, me huele, en su cara aparece un gesto de deseo, angustia...
Después de un rato abre sus labios y de repente desaparezco.
Esta es la vida de una cereza.
Después de un rato abre sus labios y de repente desaparezco.
Esta es la vida de una cereza.
(Alba del Castillo García)
miércoles, 10 de febrero de 2016
MICRORRELATOS. "EL SIGLO DE ORO", de Mario Vázquez
Estamos en un siglo brillante, todo dorado, todo bonito, todo de oro. ¿Y la gente? Oh ¡la gente! Collares pulseras... todo de oro.
¿Y los demás?
En la mina, encadenados a la piedra, en busca de más oro.
¿Y los demás?
En la mina, encadenados a la piedra, en busca de más oro.
(Mario Vázquez)
A PARTIR DEL ÁLBUM "LOS MISTERIOS DEL SEÑOR BURDICK". Texto de Ainhoa Menéndez
El arpa
“Así que es verdad, pensó, es realmente cierto”
Se lo había
contado: el arpa te dirá el camino. El paisaje era precioso: altos árboles que
rodean un hermoso riachuelo, tan limpio, tan bello. Sin embargo, si la pequeña
tenía razón, había algo más, algo detrás del nacimiento del río, algo más allá
de las copas de los árboles lejanos. Algo que, por la expresión de la niña,
debía ser descubierto, pero podría ser peligroso. ¿En qué estaba pensando? Ella
era Noa, ella no tenía miedo, ella no creía en fantasmas ni en nada de eso.
Cogió el arpa. Por primera vez se fijó en que era dorada y plateada: preciosa,
igual que el paisaje. Recordó las notas que le había dicho la niña y las fue
tocando, una por una. Entonces vio abrirse un camino entre la maleza. Lo siguió.
Al poco rato se encontró con una bifurcación. Volvió a tocar la melodía, en
vano. Se sentó a pensar, recordando a la niña...
La había visto tocando la
flauta en un banco del parque. Era rubia, con el pelo corto y ondulado, y los
ojos verdes, como el mar, profundos. Llevaba puesto un sencillo vestido naranja
coral, con pequeños volantes en los hombros. Había varias personas cerca,
atraídas por la música de la chiquilla, de unos 12 años. Cuando acabó, toda esa
gente se fue dispersando, y la pequeña se acercó a Noa.
- Hola
– le dijo Noa al verla.
- Hola. ¿Eres Noa? – le preguntó la niña.
- Eh, sí. – contestó. Acto seguido, le
preguntó, extrañada - ¿Cómo lo sabes?
- Ven un momento.
Fueron hacia un rincón. Allí
le había contado dónde estaba el arpa y que había algo detrás de las montañas.
Una nota la
devolvió a la realidad. El arpa acababa de sonar, aunque nadie la había tocado.
Pasados unos momentos volvió a sonar. Noa tuvo una corazonada. Agarró el arpa y
se dirigió al camino derecho. El arpa tocó unos acordes siniestros, tenebrosos.
La llevó hacia la izquierda y la melodía que sonó fue mucho más alegre.
Continúo por ese sendero, dejando, en cada bifurcación, que el arpa le dijera
el camino.
Así fueron
pasando una, dos, tres horas. Empezó a pensar que no sería mala idea dar la
vuelta, pero el arpa emitía ese horrible sonido que le indicaba la mala
dirección. Se estaba preguntando si debería ignorar al arpa y volver a casa
cuando llegó a un túnel rocoso, que casi parecía cavado por el hombre. Al poco
de adentrarse en el túnel se encontró con una pared. Volvía sobre sus pasos,
convencida de que había malgastado probablemente un día de su vida, cuando vio
a un gato, de un color blanquecino, casi amarillo, de profundos ojos verdes,
adentrarse en la cueva y escabullirse entre unas piedras. Cuando las retiró
dejó al descubierto un pasaje pequeño. Se adentró en el, agradecida de que
aquel gatito hubiese huido de ella. Salió al otro lado de las montañas y siguió
el curso del río hasta su nacimiento. Allí el arpa comenzó a tocar una bella
canción, y en el manantial del que nacía el río, de la pequeña charca que
formaba surgió una figura femenina; y del sauce y del roble que custodiaban la
fuente natural salieron otras dos. Eran tan hermosas que Noa no podía mirar a
otro lado, y la música del arpa embotaba su sentido del oído. Aun así, eso no
le impedía recordar su trabajo sobre mitología griega. Había escrito sobre las
ninfas: seres protectores de la naturaleza. Las hermosas náyades habitaban los
cuerpos de agua dulce y las arbóreas defendían la flora. De pronto le vino a la
mente algo: odian a los humanos.
Así que es verdad, pensó, es realmente cierto.
(Ainhoa Menéndez)
martes, 9 de febrero de 2016
THOUGHT OF YOU. Poema de Ainhoa Menéndez
Thought of you
Alas de golondrina me creé;
tras correr
otro poco las abrí,
y a su alrededor otra vez bailé.
Mas nunca
me había sentido así
el mundo,
como vuelto del revés,
girando por
dentro y fuera de mí.
Una mano en
mi nuca me encontré.
Sé que era suya,
lo sé, lo sentí,
sólo amor
pudo ser lo que noté.
Después
llegó la desolación.
Yo, ya
real, feliz me sentí.
Hoy ya
pienso ‘ingenua de mí’,
puesto que él su mano apartó.
Me
arrodillé, lloré, y lloré;
mientras él
de mí se alejaba,
Mi corazón,
tan roto estaba,
que ni al pasar siglos lo curé.
(Ainhoa Menéndez)
MICRORRELATOS. "LA ÚLTIMA EPIDEMIA", de Celia Villoria
¿Me contagiarán? Toda persona humana se hacía esa pregunta. La guerra biológica entre Rusia y Estados Unidos se les había ido de las manos. Más de la mitad de la población terrestre había sido contagiada por el TZI, un nuevo y peligroso virus. Las personas huían de todo y nadie sabía dónde refugiarse. Otros lloraban las muertes de familiares y amigos y otros simplemente buscaban su, ya imposible, supervivencia.
Desde la corona de la estatua de la libertad los seis contemplábamos satisfechos el caos que habíamos causado.
Desde la corona de la estatua de la libertad los seis contemplábamos satisfechos el caos que habíamos causado.
(Celia Villoria)
MICRORRELATOS. "INSTINTO DE SUPERVIVENCIA", de Miguel Cancelas
La última palabra que oyó antes de convertirse en una mancha en el suelo fue:
¡GARROTASO!
(Miguel Cancelas)
¡GARROTASO!
(Miguel Cancelas)
MICRORRELATOS. "LAS ALAS FUERTES", de Mario Vázquez
Miradme, mirad mis alas, grandes, fuertes, hermosas, la envidia de todos. Partimos juntos hacia un lugar mejor. Conmigo a la cabeza, todos detrás de mis alas.
Hasta que se oye un disparo y caigo al suelo...
Hasta que se oye un disparo y caigo al suelo...
(Mario Vázquez)
sábado, 9 de enero de 2016
HAIKUS
En la sesión de los últimos talleres hemos escrito haikus, poemas de origen japonés con una métrica muy estricta: cada uno tiene tres versos, el primero debe medir cinco sílabas, el segundo siete y el tercero cinco.
Lo primero que hemos hecho ha sido leer el álbum ilustrado Los amantes mariposa, de Benjamin Lacombe, que incluye un haiku. A partir de ahí nos hemos puesto a la tarea de intentar escribir los nuestros y aunque al principio costó un poco enseguida comenzaron a brotar. Son todos estos:
Editorial Edelvives
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